lunes, 30 de marzo de 2009

Cad Bane en las Guerras Clon

Aunque fue insertado en nuestra saga personal de STAR WARS hace poco, por inspiración directa de los cómics en los que era más o menos protagonista, no me esperaba que el bueno de CAD BANE aparecería en la serie televisiba de Clone Wars. Ahora es posible que nos encontremos con un personaje que habla y actúa de un modo distinto. Esperemos que el cazarrecopensas Cad Bane que Kithor Shull contrató para averiguar la identidad real de Darth Sidious no entre en conflicto con el Cad Bane que veremos en la serie de Cartoon Network. Aunque supongo que, como hablamos de un personaje que se vende constántemente al mejor postor, bien podría estar haciendo varios servicios a bandos enfrentados, y, por supuesto, hacer trabajitos para los Separatistas y otros trabajitos distintos para la República.

Aquí os dejo el video de la próxima aparición de CAD BANE en la serie, donde descubrimos que la letal AURRA SING también forma parte de su equipo de mercenarios, lo que sube el "caché de peligrosidad" de esta banda de cazadores de recompensas a límites máximos:


http://www.youtube.com/watch?v=eSEsZSI_Hf8

martes, 27 de enero de 2009

CRÓNICAS Star Wars -02-


"EL TRIUNFO DEL LADO OSCURO"


Dam Dendelus caminaba con lentitud por el estrecho desfiladero. El planeta era, en esencia, un colosal cúmulo de cadenas montañosas de alturas imposibles. Y esa era toda la tierra que sobresalía de los océanos. Gaitsi no era un lugar donde fuese fácil aterrizar; la imposibilidad de encontrar valles o zonas llanas en su superficie había llevado al Maestro Jedi a saltar a poca altura de su caza espacial, habiendo antes dejado instrucciones claras al astrodroide sobre dónde llevar la nave.
La pared de roca que había a su derecha se elevaba hasta el mismísimo cielo, y a su izquierda, a sólo un metro y medio, una caída fatal conducía a otros picos de montaña bañados parcialmente por las nubes. La sensación de falta de oxígeno a varios miles de metros por encima del nivel del mar, no era ningún problema para Dendelus. Además, su mente estaba centrada en otras cosas.
Finalmente encontró la cueva. No parecía una cueva de gran tamaño, pero a medida que se introducía en el interior, se iba dando cuenta que las galerías iban teniendo cada vez más amplitud, encontrándose el techo cada vez más alto. Las cavernas estaban iluminadas naturalmente por cristales de simoback, que emitían una luz azulada tenue pero agradable. Los presentimientos de Dam Dendelus le alertaron de la presencia de la persona a la que estaba buscando.
—Saludos, viejo amigo —dijo la voz que parecía venir de un túnel cercano. Su dueño apareció finalmente. Aún vestía la semi-armadura clon de la República, mezclada con los ropajes propios de los Jedi.
—Gon-Long —dijo Dendelus.
Gon-Long Fanen inclinó un tanto la cabeza en gesto de respeto. Después miró de arriba abajo a su antiguo compañero de aventuras. Frunció los labios con desagrado.
—Veo que tu aspecto es cada vez más siniestro. No me extraña que desconfíen de ti, Dam.
—Supongo que tendría que haber hecho como tú. Engañarles a todos. —Fanen guardó silencio, así que Dendelus decidió seguir hablando—. Decían que eras el más adaptable de los tres. Y eso les ha servido para caer en tu treta. ¿Quién eres en realidad?
—Gon-Long Fanen… Hanus-Bidarh… En realidad, sólo son nombres.
—¿Quién eres en realidad?
—¿Sabes quién instituyó “la regla de los dos Sith”?
Dendelus se quitó la capucha de su hábito rojo. Su mano izquierda buscó la empuñadura de su sable de luz, aún enganchado al cinto. Se mantuvo a la espera y no medió palabra.
Fanen se paseó, a cierta distancia por delante de su antiguo amigo, observando las paredes de la caverna.
—Los Jedis nunca se han molestado en aprender nada acerca de los Sith; mientras éstos estudiaban a los Caballeros de la Luz, aprendiendo sus puntos flacos y mellas en su filosofía. “La regla de los dos Sith” fue impuesta por Darth Bane, hace más de dos mil años. Sólo un maestro y un aprendiz podían ser, no más, no menos. Así se evitarían las guerras civiles que en el pasado habían existido entre los propios Sith, y que casi acaban con la estirpe. Y, por supuesto, Dam, era necesario permanecer en el anonimato. Esperando la gran oportunidad de vengarse de los Jedi. Y así ha sido hasta nuestros días. —Fanen se miró las palmas de sus manos abiertas, después cerró los puños y miró con el ceño fruncido a Dam Dendelus—. Pero Darth Bane era sólo el líder de uno de los dos bandos de las Guerras Internas Sith, el verdadero caudillo de los seguidores del Lado Oscuro era Lord Kaan; ambos eran enemigos acérrimos.
—¿Cómo sabes tanto sobre…?
—Darth Bane venció finalmente y reestructuró la Orden Sith. Las Guerras Internas Sith habían acabado y nunca volverían a repetirse. Lord Kaan y sus seguidores habían sido totalmente aniquilados. O eso creyeron los discípulos de Darth Bane y él mismo. Algunos seguidores de Lord Kaan sí sobrevivieron. Y han permanecido ocultos de los Jedi y del resto de los Sith, hasta nuestros días.
—No entiendo, ¿de qué estás hablando? ¿Estás diciendo que existen más Sith?
—Darth Sidious es el maestro de Darth Tyrannus, como antes lo fue de Darth Maul, y como aún antes fue él mismo aprendiz de Darth Plagueis. Ellos son los sucesores de Dath Bane. ¿Me sigues hasta ahora? Incluso el título “Darth” fue otra norma creada por Bane, como “la regla de los dos Sith”, una ley en la que no creen los discípulos de Lord Kaan.
Dam Dendelus extrajo el sable de luz de su cinto y lo sostuvo con su mano diestra, pero no lo activó. Empezó a desprenderse de su capa.
—Así que existe otra orden secreta de Sith que se oponen a los que ya conocemos, ¿no es eso?
—No son una orden secreta, pertenecen al linaje original Sith. Son los verdaderos Sith.
—¿Y son…muchos?
—No. No son muchos.
Dendelus negó con la cabeza. Empezaba a comprenderlo todo.
—Sólo quedas tú, ¿verdad?
Fanen rió con amargura; después su expresión se tornó fría.
—Circunstancias del destino, amigo mío, así es.
Dendelus se tomó unos segundos de tiempo antes de intentar digerir la confirmación que, por otro lado, ya sospechaba y temía.
—No puedo creerlo, Gon-Long, has estado todos estos años dentro de la República, codeándote con nosotros, sufriendo con nosotros, y eres… en realidad…
—Nuestro enemigo es Darth Sidious y su aprendiz. Podemos combatirle juntos. Deseo destruirlos; en eso siempre he sido sincero. Es cierto que nunca me “infiltré” en las filas de los Acólitos del Lado Oscuro, porque yo mismo conozco el Lado Oscuro muy, muy bien. Y su velo ciega a los Jedi en esta era más que nunca. Por esta razón, los seguidores del Lado Luminoso de la Fuerza son incapaces de distinguir al verdadero Lord Sith que opera entre ellos, como no vieron la traición del Conde Dooku y no vieron mi verdadera naturaleza. Los Jedis tienen los sentidos completamente confundidos; el Lado Oscuro ha creado durante siglos una veta de ceguera en torno a ellos.
—¿Es Gon-Long Fanen tu verdadero nombre?
Fanen se irritó de repente, la Fuerza empezaba a ser intensa en él.
—¡Es eso todo lo que te importa! ¿Con todo el conocimiento que he adquirido, sólo te interesa descubrir un nombre que haga referencia a mi condición? Sólo los herederos de la corriente Sith de Darth Bane olvidan sus nombres y crean otros, autotitulándose Darth. Antes de Darth Bane, cuando un Jedi se pasaba al Lado Oscuro, conservaba su nombre. ¡Soy Gon-Long Fanen! Siempre seré Gon-Long Fanen.
Dam Dendelus presionó el accionador de su sable láser.
—No lo serás por mucho tiempo.
—Me has descubierto, Dam, porque tú mismo te has acercado al Reverso Tenebroso de la Fuerza y has conocido su poder. Su irresistible poder. Por ese motivo, algo no iba del todo bien conmigo, por eso me has desenmascarado. A ti te cuesta mantenerte en el Lado Luminoso, sufres cada segundo que no cedes al Lado Oscuro. Hasta ahora, has permanecido en esa encrucijada. No eres un Sith, no eres un Jedi. Nunca serás aceptado por ninguno de los dos bandos. No hasta que te decidas.
—Soy un Jedi, Gon-Long, mi alumna me salvó.
—¡NO TE HA SALVADO DE NADA!
El sable de luz de Fanen brilló con intensidad. Los dos antiguos compañeros tomaron posición de guardia.
—No vas a poder destruirme, Dam —aseguró Fanen—. No sin recurrir al Lado Oscuro, que aún es fuerte en ti.
—Es mi piedad lo que te destruirá, no mi ira.
—Tu piedad no puede superar mi odio. Tendrás que emplear tu ira, o morir.
—Sea, pues.
Fanen emitió una carcajada diabólica que reverberó por toda la cueva.
—Mi ignorante amigo, cuán ingenuo puedes llegar a ser. Si me atacas, estarás un paso más cerca de mí. Y cuanto más te empeñes en destruirme, más posible es que vuelvas a ser mi aliado.
—Confirmas las palabras del Maestro Yoda, Gon-Long: Los Sith son propensos a ahogarse en océanos de presunción.
Y dicho esto, ambos amigos se arrojaron a un combate a muerte.
.
.

.
HABLANDO EN TÉRMINOS DE JUEGO
Lo que acabáis de leer, en realidad, ha llegado a vuestros personajes en forma de sueños. Por supuesto, sólo los PJs que fueron aprendices de alguno de los dos protagonistas puede haber soñado con esto (es decir, Nara Lebashi soñó esa noche que comía melocotones en un jardín de Naboo, pero se supone que alguno de vosotros se lo contaría a la mañana siguiente, porque… TACHAN, Isa ya lo sabe al leer este blog).
En resumidas cuentas, la información que ya tenéis, no puede demostrarse, vuestros sueños pueden ser equívocos o mal interpretados y, os pongáis como os pongáis, en esta cuestión nadie decidirá mojarse demasiado. Es un asunto personal, y como tal debe solucionarse. Únicamente Nara Lebashi podría interferir en esta cuestión, como discípula de la fallecida maestra que fue compañera de aventuras de Fanen y Dendelus.
En conclusión: Es asunto vuestro. Y podéis hacer con respecto a este tema lo que creáis conveniente.
La partida no tiene nada que ver con este asunto. Podéis solucionarlo más tarde o más temprano. Pero que sepáis que Gon-Long y Dam ya han cruzado sus sables, y es imposible conocer el resultado de ese enfrentamiento.

domingo, 11 de enero de 2009

CRÓNICAS Star Wars -01-


“VIEJA SABIDURÍA”


—Dicen que en este árido planeta viven unas criaturas que se le alimentan sólo de clones.
El capitán Hock levantó ligeramente su subfusil blaster y observó la punta. Quizá se preguntó si su fiel arma serviría para repeler esa clase de peligro.
El Maestro Jedi Noky Alongh le miró inexpresivo.
—Capitán —dijo—, no es por ofender, pero es la mayor estupidez que he oído esta mañana.
—Lo siento, señor.
El Jedi continuó caminando por el desierto con los brazos cruzados y la barbilla alzada.
—Tampoco es que tenga demasiado mérito. Me acabo de levantar y ésta es la primera conversación del día. —Miró al clon por encima del hombro—. Con esto no quiero decir que no le devoren a usted, si esas criaturas tienen ocasión. Pero a este viejo de piel dura y escamas tampoco le harán ascos. —Sonrió ante el pensamiento que estaba a punto de convertir en palabras. Le encantaba su propio sentido del humor—. Aunque a mí me dejarán para el final.
Ninguno de los clones que le acompañaban hizo el menor comentario o muestra de reírle la gracia. Alongh volvió a mostrar una expresión seria. Señaló con el dedo a la enorme duna que tenían a sólo unos metros. Aún no había empezado a odiar ese planeta como ya odiaba otros de tipo desértico arenoso, pero no parecía que le quedara mucho para terminar haciéndolo.
—Deberíamos encontrar esa nave justo al otro lado de esa duna —dijo.
El capitán Hock se acercó por su derecha y le miró sólo un segundo, después volvió la vista al frente y se destacó del grupo.
A su espalda, el viejo Jedi se detuvo y alzó la mano. El resto de los soldados de la República se detuvo en el acto.
—Dígalo de una vez —ordenó Alongh al capitán clon.
Éste escaló la duna de varios metros reptando y tuvo cuidado de no ser visto al otro lado cuando se asomó para ver qué había más allá.
—Creo que no somos suficientes para un asalto, general. —Después observó con detenimiento el panorama que se escondía al otro lado. Luego dio media vuelta y bajó de la duna para regresar con el grupo—. Y ahora insisto encarecidamente en ello, señor.
—¿Está la nave al otro lado? —preguntó el Jedi.
—Está. Son dos naves, como nos temíamos, han organizado un campamento improvisado alrededor. Los dirige ese tal archiduque…
—Craydge —intervino el soldado clon que respondía al nombre clave de Cox.
—Archiduque Craydge —concluyó entonces el capitán.
El viejo Jedi se frotó la barbilla y meditó durante unos segundos. Dio unos pasos lentos hacia la duna, bajo la mirada atenta de todo el escuadrón.
—Vaya —dijo al fin—, esto acaba de convertir esta misión en una mucho más interesante. Prepare a sus hombres, capitán. Vamos a tomar ese puesto y arrestar a ese Acólito del Lado Oscuro.
El capitán Hock no había contrariado jamás ninguna orden, aunque era frecuente que diera su opinión acerca de lo que, en su opinión, era o no más conveniente antes de ejecutar una maniobra cualquiera. Pero había trabajado el tiempo suficiente con otros Caballeros Jedi como para saber que esta clase de asombrosos guerreros solían subestimar el peligro. Más aún cuando había Acólitos del Lado Oscuro o Lores Sith implicados.
Pero aquello era una imprudencia total, y debía velar por encima de cualquier otra cosa por la vida de su pelotón.
—General, lo más sensato sería pedir refuerzos. Sólo somos veinte, señor, sin contarle a usted. Nos ganan casi por dos a uno. Al otro lado hay cuatro de esos peligrosos magnaguardias, por no mencionar al resto de superdroides de asalto. —Hizo una pausa incómoda—. Y luego está Craydge.
El antiguo miembro del Consejo Jedi encaró directamente al capitán con el ceño ligeramente fruncido. La expresión habitual de Alongh solía ser afable, pero en esta ocasión mostraba una ferocidad temible.
—No podemos esperar refuerzos, capitán Hock. ¿Lo entiende?
El capitán movió sólo ligeramente la cabeza, pero no llegó a ser una afirmación. Su casco le protegía de cualquier emoción aparente, aunque el Jedi presintió su preocupación.
—Prepare a sus hombres para el ataque.
—Como ordene, señor.
Noky Alongh llevaba meses combatiendo por su cuenta en el borde exterior. No había aceptado el apoyo de otro Caballero Jedi, como le aconsejaron sus amigos en el Consejo. Le gustaba trabajar solo. Los clones solían ser una ayuda necesaria, por supuesto. Pero no necesitaba más. Y siempre acudió a las misiones de campo con el menor número posible de ellos.
Acababa de llegar a este alejado planeta en el sistema Crisen. Le habían adjudicado el Escuadrón 315 del comandante Tudd. El único disponible en el momento en que salió de Coruscant para realizar esta misión.
Solía ser el escuadrón habitual del Maestro Shull y sus acompañantes, Masse y Lebashi. Tenía gracia, sólo el día antes de partir, había recibido en su propia casa la visita de estos tres Caballeros Jedi. Le habían consultado acerca de los restos de crisaidar encontrados en la lanzadera señuelo del Canciller Palpatine que sufrió un atentado. Esperaba haber servido de ayuda. Y ahora estaba aquí, “con los clones de ellos”, podría decirse. Negó con la cabeza y una sonrisa acudió de nuevo a su rostro.
—¿Capitán Hock?
—¿Sí, señor?
—No quiero que tres Jedis que ambos conocemos muy bien se enfaden conmigo, así que tiene mi autorización para ordenar la retirada si la cosa se pone realmente fea.
—La cosa estará realmente fea en cuanto superemos esa duna, general Alongh.
—Su valoración realista de las cosas, capitán, es su debilidad. Muchas veces la Fuerza nos demuestra que poco puede ser mucho, y que la estadística cede ante la sorpresa.
El capitán contempló entonces la punta de sus botas. Su voz sonó casi como un susurro.
—Señor, la Fuerza no hace ese tipo de demostraciones a menudo.
Alongh emitió un carcajada que tuvo que reprimir cuando su volumen empezó a ser excesivo. Puso la mano en el hombro protegido del clon y asintió.
—Tiene razón, capitán, pero esfuércese por ver la luz al final del pasillo, no vea sólo el pasillo.
Noky Alongh sabía que Craydge ya era un soldado excelente antes de someterse a las mejoras cibernéticas de la Tecno-Unión; además, las enseñanzas en el terreno del Reverso Tenebroso a cargo del Conde Dooku lo complicaban todo mucho más, así que difícilmente podría derrotarle. Pero el Lord Sith no había dispuesto de mucho tiempo para enseñar los caminos siniestros de la Fuerza a sus nuevos aprendices (y se acordó de ese otro, el tal Naris Adelvan), así que más que el anverso de la moneda de los Jedis, estos nuevos discípulos del Conde no eran más que máquinas de matar. Pero espeluznantes máquinas de matar, no obstante.
Craydge no podría haber avanzado mucho en el dominio de la Fuerza, pero su esgrima podría ser letal y sus capacidades físicas mortíferas, aunque no pudiera servirse del escenario que le rodeara del modo en que Alongh podía hacerlo.
Debía concentrarse antes de que comenzara el asalto, invocar todo su poder y conocimiento de la Fuerza en un ataque único y devastador que equilibrara las cosas. Después, la habilidad de los soldados clon y su Sable de Luz harían el resto.
Aún así no se hizo ilusiones, incluso a pesar de su experiencia, Craydge era demasiado poderoso para él. No contaba con derrotarle. Pero si una cosa sabía Noky Alongh, era que estos Sith y sus sirvientes más destacados solían acompañar sus demostraciones de poder con escapadas en el último momento. Incluso aunque quedándose a luchar pudieran acabar con los peligros que les amenazaban, todos los discípulos del mal optaban por la huída cuando sus enemigos se resistían. Y no sería él quien impidiera que el archiduque escapara de allí.
—Capitán Hock, a mi señal saltaremos al otro lado de la duna y atacaremos con todo lo que tengamos. No debemos destruir el carguero, ni las balizas y antenas de comunicaciones, a ser posible. Y que nadie haga fuego sobre la nave de Craydge.
—¿Cuál será la señal de ataque, general?
—Cuando diga ahora. ¡Ahora!
Noky Alongh dio un salto de varios metros que superó la enorme duna y cayó justo en el medio del campamento situado al otro lado. Las dos naves estaban fuera del círculo formado por contenedores de carga y todo el extenso equipo de comunicaciones. Los superdroides se giraron para mirar hacia el punto donde él había aterrizado. El anciano Jedi extendió los brazos y una esfera de energía invisible procedente de la Fuerza atacó a todos los enemigos robóticos que le circundaban. Éstos fueron despedidos hacia los contenedores que formaban el campamento y cayeron. Más de una docena de droides habían quedado momentáneamente fuera de combate, pero no todos se habían visto afectados por el ataque telequinésico, y otros más parecían salir en ese instante del interior de la nave carguera.
Pero los clones ya sobrepasaban el punto más alto de la duna en ese momento, avanzando a la par que disparaban contra los superdroides que suponían una amenaza.
La imagen del archiduque Craydge conmocionó a Alongh. Sabía que su aspecto sería pavoroso, pero no esperaba encontrarse ante una pérdida de humanidad tan penosa a favor de la tecnología más asesina y vil. Allí no quedaba casi nada ya de humano, y el ser cromado y monstruoso que le contemplaba desde unos sensores rojos allí donde antes hubo ojos, sólo servía a la muerte y a la sinrazón. Habría que destruirle. Pero no debía salirse del plan. Todo a su tiempo.
Mientras los superdroides de combate que quedaban y los soldados clon se enzarzaban en una lucha de caos y blasters, el Maestro Jedi y el archiduque caminaron lentamente el uno hacia el otro. Las descargas de energía que se disparaban al margen de ellos, les obligaba a alzar la voz.
—Sabía que estabas corrompido, Craydge, pero convertirte en una marioneta de Dooku no te saldrá rentable en el futuro.
—Como siempre, los Jedis creéis saberlo todo acerca de vuestros enemigos. —La sombría modulación de su voz mecanizada se alzó por encima del ensordecedor ruido de ambiente—. Me encanta aprender cosas nuevas, sí, si eso me sirve para ser más poderoso. Pero mi lealtad, anciano, es sólo para mí.
—He oído eso antes. Os creéis independientes, pero al final acabáis siendo manipulados, usados y… no te quepa duda, desechados.
—Ésa es la excusa del que ya no sirve para nada, y aquí, el único exiliado, desechado y quitado de en medio, eres tú, Noky, viejo amigo.
El viejo Jedi sabía que el archiduque sólo deseaba enojarle al llamarle por su nombre de pila y tan irrespetuosamente. Era la primera vez que se veían, así que la amistad que existía entre ellos no era tal.
Hubo entre ambos un frío cruce de miradas.
—No eres fácil de provocar, viejo —dijo el esbirro de Dooku.
—Uno de los dos tiene que serlo, Craydge. Con uno que se enfade con facilidad, es suficiente. Y ése eres tú. De hecho, voy a decirle a uno de mis clones que se tome unos pocos segundos para destruirte, antes de seguir con lo suyo. Yo me encargaré del verdadero peligro, tus magnaguardias.
Pero Noky Alongh no se movió de donde estaba, aunque se llevo un dedo al centro de sus labios y emitió un silbido fuerte propio de su raza. Ninguno de los soldados del capitán Hock respondió, pero el plan surtió efecto, Craydge avanzó como un speeder fuera de control hacia él. Alongh lo esquivó con un salto doble por encima de su cabeza y dio un par de vueltas por el suelo al caer y levantarse con un ataque efectuado al mismo tiempo en que activaba su azulada espada láser, cortando en dos la cintura de uno de los magnaguardias. En su siguiente movimiento interceptó la electrovara de un segundo guardaespaldas droide que le eligió como objetivo. Detuvo otras tantas acometidas de este enemigo, mientras veía de reojo cómo el archiduque activaba su jetpack integrado a la espalda y volaba por los aires como un cohete en su dirección. Y un nuevo magnaguardia se sumaba al combate. Se concentró para arrojar a uno de esos peligrosos droides contra el otro. No serviría para destruirlos, pero se los quitaría de en medio unos segundos.
Craydge aterrizó delante suyo, con su Sable de Luz de haz rojo buscando su cabeza, Alongh interpuso el suyo y desvió el arma del archiduque, y luego giró en torno a sí mismo para propinar una estocada desde el ángulo contrario. Pero su sable se estrelló con un campo de fuerza que apareció de repente en torno a Craydge, y que incluso hizo retroceder a Alongh. Era semejante al de los droidekas, aunque se desactivó una vez repelido el ataque. Debía tener un sensor de actividad energética que activaba el campo de fuerza para proteger el cuerpo del archiduque de todos los ataques que se le acercaban demasiado. Como si con su blindaje corporal no fuera suficiente.
—Sólo el que no confía en su buena esgrima, usaría un truco así, Craydge.
—Vaya, eso lo dice el mismo abuelo que ha inutilizado a mis droides con un golpe de Fuerza.
—El poder de la Fuerza es un don natural. Pero tú recurres a ingenios tecnológicos.
—Me encanta todo lo que tienes que decirme —y dicho esto, el archiduque se arrojó con su sable contra el Maestro Alongh—… ¡no pares de hablar!
Nuevamente, las estocadas de Craydge fueron repelidas por el Caballero Jedi no sin esfuerzo. Y cada vez que Alongh burlaba la defensa del archiduque y la hoja de su sable estaba a punto de alcanzar una extremidad, el campo de fuerza se activaba y le desplazaba de su espacio mínimo vital.
—Asombrosamente cobarde incluso para ti, Craydge.
—Intento evitar disparos blaster a mi espalda, mi feo amigo.
De improviso, el brazo armado segmentado del esbirro de Dooku se extendió varios metros como si fuera retráctil, y no logro herir al Jedi por muy poco. Luego el brazo se contrajo y recuperó sus dimensiones habituales.
—Brazos extensibles —aclaró el archiduque, como si fuera necesario explicarlo—. Pueden prolongarse hasta seis metros.
—Eres todo un prestidigitador. Tu capacidad para la sorpresa es tan grande como tu cobardía. Bueno, quizá no tan grande.
El capitán Hock en ese momento, respaldado por el soldado Cox y otros clones anónimos, consiguieron destruir a todos los magnaguardias, no sin antes perder a tres hombres en el intento. De hecho, los superdroides habían dado buena cuenta de los soldados de la República, consiguiendo reducir su número a menos de la mitad. Pero, por supuesto, a costa de su propia destrucción.
Y como el archiduque se veía prontamente luchando en solitario, se giró para contemplar la rampa abierta de su caza espacial.
El Maestro Alongh observó este movimiento y pudo presentir el éxito de su plan. Sabía a ciencia cierta que Craydge huiría de inmediato. Para acelerar esta decisión, se lanzó con su sable en alto y un grito de furia propio de su especie.
El archiduque volvió a usar los motores aerodeslizadores de su jetpack para volar toda la distancia que le separaba de su nave, luego subió a pie apresuradamente la rampa mientras ésta se iba cerrando. Su defensa de escudo se activaba automáticamente cada vez que los soldados clon le disparaban acertadamente, repeliendo todos los ataques hasta que la rampa se cerró completamente.
—¡Capitán Hock!
—¡Entendido, general!
Los motores se encendieron y la nave se alzó, y el capitán Hock aprovechó para dispararle un rastreador.
—Lo tenemos, general.
—Bien, era todo lo que quería.
El soldado Cox se acercó a una de las dos torretas de cañones de iones que los droides tenían en el campamento. Típico armamento antiaéreo de un puesto avanzado. Su oficial le miró.
—¡No lo uses, Cox!
Pero el soldado lo empleó para disparar a la nave. Aunque no la acertó por muy poco.
El capitán Hock conocía de sobra a Cox y su sobrada puntería, sabiendo que había fallado a propósito.
Cox se encogió de hombros.
—Sólo quería recordarle que en el campamento había dos torretas de cañones de iones. Por si decidía dar la vuelta y pulverizarnos con los blasters de su caza espacial.
El capitán y los cuatro clones supervivientes rieron el comentario.
—Gracias. Muy oportuno, soldado —admitió el viejo Jedi—. Y ahora confisquemos todo el material que estos droides nos han dejado en el carguero.
El oficial clon se acercó al Jedi y señaló al punto negro que se alejaba en el cielo.
—¿Y el archiduque Craydge? ¿No vamos a ordenar seguirle?
—En realidad, vamos a esperar que llegue hasta donde quiere llegar, capitán. Y luego alguien le hará una visita. Si vemos que se sale de nuestro radio de acción de rastreo, comenzaremos a seguirle antes, para no perderle de vista. Créame, Hock —y desactivó la energía de su Sable de Luz, se cruzó de brazos y se introdujo dentro de la desamparada nave droide—, nos ocuparemos de Craydge muy pronto.

miércoles, 7 de enero de 2009

EL CAZA DE ALLIYAH (StarWars)


En un arrebato de inspiración, el soldado clon Cox empujó a unos pocos compañeros de escuadrón para que pintaran los colores del Caza de la Jedi Alliyah Masse en unos tonos que reflejaran mejor su actitud, o al menos, la imagen que de Alliyah tienen los clones.
El negro predominante significa la capacidad para la infiltración de la Jedi clawdita, con su don para la transformación facial. El azul es el color del honor y la justicia, actitudes propias de un Guardián de la Luz.
La sorpresa de Alliyah Masse al encontrarse su caza pintado con otros colores ha debido ser suma, pero aún no ha tenido la oportunidad de encontrarse con Cox, el soldado clon que tuvo esta iniciativa.
¿Se lo reprochará o se lo agradecerá?
Y lo más importante, ¿qué clase de sentimientos albergará Cox en su interior hacia su general?

La extraña herencia de LAHK LANTANUS (Star Wars)


Se ignora cuál fue su anterior dueño, pero el Sable de Luz de Lakh Lantanus, padawan de Nara Lebashi, estuvo guardado en el Templo Jedi por el Maestro Yoda hasta que Lakh recibiera encargos de misiones para la República junto a su maestra.
Fue entonces cuando se le concedió este misterioso sable que, al menos eso se cree, seguramente pudo haber pertenecido al Jedi que descubrió a Lakh; nos referimos al difunto Yomin Cavh.
El Maestro Yomin encontró a Lakh en la luna de Poluron y al ver que la Fuerza era intensa en el niño (en aquel entonces, de sólo 3 años) lo llevó a Coruscant para que le enseñaran. Al dejarle en la Escuela Jedi, le hizo entrega al Maestro Yoda del enigmático Sable de Luz, diciendo: “Guárdeselo, Maestro, será para el niño cuando esté preparado”.
Se sabe que no era la espada del propio Yomin, pues éste siempre portó otra muy distinta, por lo que se ignora la procedencia real del sable que aún hoy cuelga del cinto del joven Lakh Lantanus.
Yomin se llevó el misterio a la tumba, así que sólo Yoda conoce este secreto.

KITHOR SHULL en el CONSEJO JEDI (Star Wars)


Tal y como está canonizado en el Universo Lucas, los miembros del Consejo Jedi varían bastante. El consejo Jedi se compone siempre de 12 miembros, repartidos de la siguiente manera:

-5 miembros vitalicios (comprometidos de por vida con la dirección)
-4 miembros de mandato prolongado (comprometidos hasta su renuncia)
-3 miembros de mandato limitado (comprometidos por un periodo acotado)

De esta forma, aunque el Maestro Noky Alongh que dejó el Consejo recientemente era un miembro de mandato prolongado, Kithor Shull le sustituyó como miembro de mandato limitado. Esto sirvió para que el Maestro Kit Fisto, que sólo llevaba meses en el cargo en el momento actual, hasta ese momento miembro de mandato limitado, fuera “ascendido” por petición popular y mayoría absoluta a miembro de mandato prolongado.
Lo normal es que el Maestro Kithor Shull dure un año en el Consejo Jedi, que podría ser renovado a dos, si las circunstancias lo permiten. Después de ese tiempo, él y otros dos maestros serán sustituidos por otros miembros temporales.

La información ha sido extraída de varias Web, pero ésta es la más recomendable:
http://www.loresdelsith.net/universo/fuerza/consejo/

El Consejo Jedi en el momento actual queda de la siguiente forma:
Yoda / Mace Windu / Ki-Adi-Mundi / Saesee Tiin / Plo Koon
Kit Fisto / Agen Kolar / Obi-Wan Kenobi / Shaak Ti
Stass Allie / Coleman Kcaj / Kithor Shull

SABLES PERDIDOS (Star Wars)


A pesar de que Nara Lebashi perdió su Sable de Luz ante su maestra Tasia Gelus, y que ésta le entregó el arma Jedi al General Grievous, en la siguiente aventura Nara llevaba una nueva espada láser que “nadie sabía de dónde salió”.
Ninguno se acordó que el sable de Nara lo tenía Grievous…
Pero como Tasia Gelus, su maestra, llevaba un sable doble del cual podía extraerse dos espadas individuales, tanto cuando era Jedi como cuando se infiltró en el seno de los Acólitos del Lado Oscuro, la solución llega por sí sola.
En teoría, Tasia Gelus murió en la Batalla de Geonosis donde empezaron las Guerras Clon, pero no se encontró su cadáver, sólo su sable doble (aquí ella ya había puesto su plan de infiltración en marcha junto con Dam Dendelus y Gon-Long Fanen, fingiendo su muerte). Puede decirse que su discípula, Nara Lebashi, heredó esta arma, y ha sido ésta la que ha usado hasta hoy.
Como era un sable doble, una arma muy farragosa y difícil de controlar (y Nara aún no tenía la técnica que le permitía usarla), dividió el sable en dos y sólo uso una de las espadas resultantes. Cuando Grievous se quedó con la que portaba en aquel instante, Nara tuvo que regresar a Coruscant para “sacar del cajón” el otro sable.
Así, nos encontramos con que no hay ninguna incongruencia.
Pero a partir de ahora, los midiclorianos estarán más atentos para que no pasen más “despistes” de éstos.

martes, 6 de enero de 2009

El "LANZA de FUEGO" (Star Wars)


(Hacer click en la imagen para ver más grande el cuadro de especificaciones técnicas)
El modelo de la imagen lleva los colores de la República, pero pueden añadirse otros. El Lanza De Fuego, primer modelo Betha-1-Cygnus salido de fábrica se entregará a los Caballeros Jedi completamente en gris.

Sable de Luz Obra Maestra (Star Wars)


Muchos Sables Láser pueden convertirse en Obras Maestras una vez terminada su elaboración.
Aunque las Obras Maestras se pueden fabricar "matemáticamente" invirtiendo 1´5 años de absoluto retiro (en ese tiempo sólo se puede meditar y fabricar el sable), se puede obtener una en el tiempo habitual de fabricación consiguiendo Críticos Naturales en las dos tiradas que son necesarias (lo que casi equivale a 1 posibilidad sobre 100).
Es muy difícil, pero un Sable de Luz Obra Maestra genera 1 Pto de Fuerza por hora que el PJ puede usar en cualquier momento, y causa +½ daño del normal en caso de crítico (es decir, que un Jedi con un Crítico x2 en Sable de Luz, haría x2´5 esgrimiendo una Obra Maestra).
Una Espada Láser se convierte en Obra Maestra irrefutablemente al cabo de 1.500 años, ya que sus cristales alcanzan una especie de comunión con los midiclorianos. Por tanto, hacerse con uno de esos sables míticos de los Caballeros de la Antigua República sería como descubrir todo un tesoro.

sábado, 3 de enero de 2009

EFICIENCIA CLON (Star Wars)


Los anales del Imperio cuentan (o contarán) que los clones fueron “sacados de circulación” o destinados a labores administrativas en cuanto acabó la era de la República.
Al parecer, muchos clones se negaron a cumplir la Orden 66, y es que, junto con la genética de Jango Fett, también heredaron parte de su rebeldía innata. Por supuesto, en términos de juego, esto sólo significa que existe un porcentaje determinado de que el soldado clon NO ejecute la Orden 66 cuando ésta se le haya ordenado. El porcentaje es bajo, y depende mucho del grado de confianza y amistad que pueda haber entre el soldado clon y el Jedi a quien, en teoría, debe eliminar.
Es más, los clones eran ciegamente obedientes en sus primeros años, pero al final de las Guerras Clon empezaban a desarrollar características cada vez más individualizadas. Desarrollaban personalidad propia. Algunos (algo impensable para los clonadores de Kamino) incluso dejaban el ejército de la República para desarrollar otras profesiones (pero siempre de carácter bélico). Esto facilita las cosas para los Jedis, si el encargado de ejecutar la Orden 66 es un clon veterano (a más veterano, más probabilidad de rebeldía).
Es de sobra conocido que los famosos Stormtroopers estaban formados por soldados humanos reclutados con unos rasgos físicos y anímicos específicos (como en una fuerza de élite típica de cualquier ejército). Sólo unos pocos soldados clon quedaban entre las tropas imperiales ya en el Episodio IV (esto explica muchísimas cosas), y normalmente ostentaban rangos oficiales.

Lo que quiere decir que para que el porcentaje de probabilidad de que un soldado clon de la República se niegue a ejecutar la Orden 66 sea más alto, es necesario haber alcanzado con él una relación de camaradería y confraternidad marcial. Pero después de calcular el porcentaje, hay que tirar 1d100. Pero sólo de esta forma, podría ocurrir que el clon desobedeciera las órdenes del Emperador.

Por no hablar de que para saber aprovechar a un escuadrón clon al máximo, es necesario conocer las habilidades de sus miembros más destacados. Así que dejemos el futuro distante y volvamos al presente para conocer a vuestros hombres.

EL ESCUADRÓN 315

Dentro de la Legión de hombres que suelen estar afincados al “Preponderante”, el Destructor de clase Venator que suelen llevar los Jedis Shull, Masse y Lebashi, nos encontramos con un escuadrón de Soldados Arco (o ARC) de gran eficacia, con unos hombres muy especiales entre ellos.
Del mismo modo que el Comandante Cody suele ser el hombre de confianza del General Kenobi y el Capitán Rex es el del General Skywalker, éstos son vuestros hombres de confianza.

COMANDANTE TUDD
Es la autoridad máxima clon en esta Legión, sólo por debajo de los Caballeros Jedi antes citados. Un hombre de armas sin igual y con unos reflejos muy cercanos al del verdadero anfitrión genético del que ha heredado su genoma, Jango Fett (lo que se traduce en un valor de Defensa Base incomprensiblemente alto).
Pero su máxima habilidad es la estrategia. Nadie como él está capacitado para dirigir un Destructor Venator en una situación de combate.

CAPITÁN HOCK
Un líder nato, especializado en situaciones de combate a ras de suelo, es el hombre ideal para comandar una pequeña unidad de soldados, ya sea de infiltración, reconocimiento o de guerrilla. Especializado en situaciones de supervivencia en entorno hostil, Hock es siempre un buen apoyo para misiones de campo.
Su puntería está por encima de la mayoría de los soldados clon.

ESPECIALISTA MACK
Mack no tiene rango especial, pero como Especialista, no es un clon cualquiera. Es experto en derivaciones, puenteo, comunicaciones y situaciones técnicas complejas. No es tan hábil como un droide, pero tomándose el tiempo suficiente, puede conseguir las mismas cosas. También es útil para arreglar averías mecánicas y defectos en el armamento. Y además, gracias a sus conocimientos de explosivos, sabe cómo y dónde poner las cargas explosivas justas para derribar casi cualquier cosa.

SOLDADO COX
Dada la escasa variedad de rangos dentro de la élite Arco (la pirámide de mando es: soldado – capitán – comandante), que sirve para simplificar las cosas hasta una eficacia absoluta, el soldado Cox tardará en ser ascendido, pero eso no es una cosa que a él le importe un bledo. Cox vive para el combate, para respirar todo el tiempo bajo un ambiente de tensión y alerta máxima. Entrenado como nadie en el uso de arsenal pesado, así como armas cortas y explosivos, primeros auxilios y de ser un francotirador excepcional, Cox es un compañero perfecto para casi cualquier situación.
No es “otro clon prescindible”.